Thursday, July 20, 2017

Los inciertos caminos del melatonio (o la disparidad de los caídos)

Comenzó una lección el profesor afanado por la posible jubilación y hastiado por las miradas de los recién llegados alumnos que sinceramente no podrían dar más que ascopena.
Él les dijo: (∂ + m) ψ = 0
Pese a toda la simbiosis que podría producir la ecuación (al menos en sus ojos de profesor cansado y ansioso por la posible jubilación y perturbado por el corte de pelo de la gran mayoría de los recién llegados alumnos que sinceramente no podrían dar más que ascopena) ninguno de ellos hizo algún tipo de algo (sutilmente) parecido a una respuesta dada por el real entendimiento...
Uno de los varios alumnos generalizadamente descritos hasta el momento había estado desarrollando un nuevo concepto determinado en parte por los caminos del AñoUniversal 1.
Antes que pudiera entonar algo parecido a su nombre fue llamado por el profesor amargado por la posible jubilación y transformado por la inexistente iniciativa de los recién llegados alumnos que sinceramente no podrían dar más que ascopena.
Todos los presentes se encontraron expectantes y algo excitados como puede ser esperable cuando recién se comienza la vida de estudios superiores antes que todo el puterío y los errores de comunicación terminen con los anhelos de varios de los candidatos (al menos esa generación terminaría en un accidente de bus), sin embargo en ese preciso instante algo mágico vendría a confirmar que siempre se puede estar peor (a menos que toda una generación termine en un accidente de bus) por lo que en ese día muchos agradecieron no tener que subir al escenario para interactuar con aquel profesor ensimismado por la posible jubilación y encolerizado por el odor de los recién llegados alumnos que sinceramente no podrían dar más que ascopena.
Él le dijo: (∂ + m) ψ = 0
Varios años antes este joven llamado sin poder entonar algo parecido a su nombre había estado efectivamente entonando otra cosa: una de las melodías de la creación de los primeros coros celestiales; el tiempo y los condicionamientos parentales ambivalentes se encargaron de que olvidase varias de las partes y simbolismos esenciales.
Un caballo en sus quince años de edad (según el acta de nacimiento) asomó su cabeza por una de las ventanas del aula que se encontraba abierta en ese momento ya que la temperatura súbitamente había ascendido de forma (in)sospechada luego del llamado del profesor mortificado por su posible jubilación y transpirado como nunca por la falta de oxígeno que era consumido por los recién llegados alumnos que sinceramente no podrían dar más que ascopena.
El animal en cuestión todavía recordaba en la profundidad de su hipocampo el rostro de su único compañero humano que un día se había marchado lejos para iniciar los estudios superiores. Transcurrieron días largos y tediosos dónde la amistad que los había unido no podía ser percibida en los caminos que recorría cercanos a su perímetro por lo que…
Cuando el joven llamado sin poder entonar algo parecido a su nombre se disponía a responder a la ecuación, el caballo lo reconoció en el acto y entonó (antes que su contraparte humana pudiera entonar algo parecido a su nombre) un fuerte y profundo relincho que activó un área de su memoria que había estado bloqueada por los condicionamientos parentales ambivalentes.
Él entonó: (∂ + m) ψ = 0
Sin aviso cada uno de los ladrillos que constituían el cuerpo de los golems recién llegados (y que tomarían un bus más adelante) vibró entre los presentes atónitos por la entonación perfecta de la melodía primigenia del coro celestial olvidada por los condicionamiento parentales ambivalentes del joven que no había logrado entonar algo parecido a su nombre con la memoria activada por el reencuentro con la amistad iniciada en el camino de la infancia e hizo que el profesor alquimista sonriese completamente con certeza a la inminente jubilación y sólo tuviera gratitud frente a los recién llegados alumnos que sinceramente iniciaban un nuevo camino.

Thursday, July 13, 2017

El regreso del manjar (o algo huele raro)

una de las donas más ricas y grasientas que he comido son las que se encuentran en esa panadería dónde el lector de campos electromagnéticos se volvía loco. Una tarde después de varios meses de camino a mi casa pasé a comprar una de manjar. La señora que estaba adelante mío para pagar en la caja olía a todo lo qué significa ser humano y mostraba, a todos los valientes que se permitiesen contemplar, la marraqueta. Supongo que para estar en sintonía con el concepto temático del local.

Wednesday, July 12, 2017

Porque a veces me pierdo en mis propias inseguridades (o el tour de Francia)

A lo lejos se escuchaban alaridos de sufrimiento

Algunos miraban con curiosidad
Otros preferían las vitrinas

Pasaron algunos minutos

Una octogenaria en silla de ruedas con lentes de sol
llevada por su hija en dirección al baño

Dos encargados de aseo salen al pasillo y conversan

Yo no voy a limpiar ahí
Luego algo de yupie me toca

Siguen los gritos adentro
Se retira de la misma manera cómo llegó

Todo esto mientras tomo mi helado (y almuerzo)

Wednesday, July 05, 2017

Interludio 1 (retorno a casa)

Caminaba acelerado con la banda musical recién descubierta cuyo álbum debut sólo hizo click (sí, de ahí viene la etimología de cliché, doble golpe alcanzado y la novia, corriendo de las interpretaciones perversas sin saber realmente qué significa esto) con tres temas bastante recordables hasta ahora. Volvía de los conciertos de verano y tocaron la sexta sinfonía del maestro. Cuando estaba en la imagen de la composición dónde efectivamente vienen los truenos y la lluvia, comienza la lluvia real en suave disposición, una tarde verano. Siempre me ha fascinado durante el ejercicio de escribir, el escribir cómo si habrán lectores. Eso solamente.

Saturday, July 01, 2017

Año Universal 1 (no dejes de escribir)

dijo la voz misteriosa pero cansada de que el devenir viniera a confirmar que las ostras habían sufrido la cantidad exacta y necesaria para que de forma súbita entregaran las perlas.
Colgado en la pared se encontraba la versión restaurada del Ecce Homo con esa mirada penetrante que sólo sus trazos poco finos y carentes de toda técnica y cordura producidas por más de ocho décadas de existencia (en esta densidad) podrían alcanzar.
Lejos de todo el ruido que se avecinaba había un deseo sincero de convergencia.
A partir de ese mismo instante, surgieron sincronicidades asombrosas, juegos de resonancias entre las personas escogidas al azar.
Murmuraba de forma frecuente algo así como El médico me tiene que dar las pastillas de la mente mientras que con el pelo asqueroso daba vueltas por el supermercado encontrándose con nuevos y viejos dioses, los cuáles con poco disimulo (o esfuerzo para disimular) le miraban de manera inquisitiva o avergonzados o tal vez sorprendidos (de mala manera) para recordarle categóricamente su mala decisión de no ducharse por la mañana antes de comprar inciensos de variados viejos dioses antes de dar su dinero a los nuevos.
El bambú doblado por la nieve que fue más intensa luego del camino por la plaza universitaria antes que las lágrimas del devenir estuvieran listas para hacerlo despertar en la consciencia de que puede que la ecuación no haya estado equivocada.  Con todo debía recrear lo mejor que pudiera las condiciones del vuelo original. Sin embargo las raíces eran fuertes y estaban fortalecidas por las hojas del otoño que en otras encarnaciones fueron errores.
Me encontraba caminando en esas calles poco aseadas dónde a veces se ponía el circo para mirar en el suelo y de forma inesperada encontrarme unas lucas que me sonrieron de forma cómplice lo que al son de la música de la segunda entrega de aquel marcante título de videojuego hicieron que el día no estuviera tan terrible.
Al menos por dos minutos.
Era una persona distinta luego de haber leído esa historia pero más aún por el uso de ese curiosamente pijama de polar.
Le cargó tanto el escozor de la prenda que las frecuencias vibratoriales en ese devenir confabularon en forma de hurto intempestivo en la oficina casi como si fuera la peor situación ya que mi medidor de campos electromagnéticos comenzó a dar señales erráticas y las psicofonías no se hicieron esperar.
Ah, entonces jamás ocurrió este diálogo.
En medio de cadenas colgadas e instrumentos bastante peculiares me di cuenta que sólo estaba haciendo una narración a propósito de viajes desafortunados y malas decisiones que habían producido efectos en el entramado espacio-tiempo en forma de desgracias sutiles y vulgares.

La carne no tiene nada que ver.